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Por creencia popular, tenemos asimilado que las versiones con motores diésel son más económicas que las de gasolina. De hecho, hoy en día, el 65% de los vehículos que se matriculan en España son de motorización diésel. Pero, ¿hasta qué punto esta afirmación es correcta?

No se puede tener una regla fija: siempre dependerá de la cantidad de kilómetros que vayamos a hacer anualmente.

Si no vamos a hacer más de 10.000 km al año, es más aconsejable escoger un coche con motor de gasolina, ya que, generalmente, este kilometraje se hace, en su mayoría y salvo excepciones, por ciudad. La principal ventaja que nos brindan las motorizaciones de gasolina es su menor precio de adquisición, que ronda entre los 1.500 y 2.000 € más baratos que los diésel, así como su mantenimiento más económico a causa de la mayor simplicidad de estos motores; conllevan impuestos menores y, por lo general, las pólizas de seguros de estos vehículos suelen ser más baratos. Adicionalmente, debemos tener en cuenta cuestiones un poco más subjetivas que dependen de los gustos y preferencias de cada uno, como, por ejemplo, el tiempo de respuesta del motor provocado por el “turbo lag”, que es el tiempo que tarda en entrar en funcionamiento el turbo.

Si por el contrario nuestro kilometraje anual fuera mayor de 25.000 – 30.000 km, sin duda alguna nos decantaríamos por un vehículo con motor diésel, ya que es, en los viajes largos, donde realmente se amortiza el precio de adquisición de los vehículo con este tipo de motores, debido a que se reposta menos con un combustible a un precio más asequible. Además, al ser una conducción estable y a velocidades constantes, el rendimiento del motor es el óptimo, con lo que el consumo decrece.

Los diésel no son para la ciudad

El problema de los diésel llega durante la conducción en ciudad. En este tipo de recorridos, las paradas son constantes, un hecho que provoca que el motor no alcance su temperatura óptima, la cual es más alta en este tipo de motorizaciones. Debido a esto, el gasto de carburante será mayor. Además, hay que tener en cuenta que el mantenimiento y reparación de averías es más costosa, algo a tener en cuenta, ya que los coches equipados con motores diesel son más propensos a las averías. Éstas, se producen debido al rango de temperatura de funcionamiento, por la propia complejidad electrónica y mecánica, y otras cuestiones de uso, como el no permitir que el turbo disminuya sus revoluciones antes de parar el motor al estacionar el vehículo.

En términos de emisiones los motores diésel son más contaminantes. Lo son, porque producen óxidos de nitrógeno, unos gases muy perjudiciales para la salud. Además, hay que tener en cuenta que, a raíz del caso Volkswagen, es más que probable que el precio de este tipo de modelos se incremente en precio e impuestos.

Todo ello, sumado a que la tecnología existente hasta la fecha ha permitido desarrollar motores de gasolina cada vez más eficientes, e incluso turboalimentados, hace que se imponga como opción mayoritaria para la conducción urbana este tipo de motorizaciones.

Pero no todo va a ser pegas hacia ‘los diésel’, también son motores con sus puntos fuertes; ofrecen una respuesta muy buena a regímenes medios gracias a su mayor par motor, consumen menos carburante y permiten que las recuperaciones en la parte más baja del tacómetro sean mejores y no nos obliguen demasiado a jugar con la caja de cambios.

Nuestra conclusión

Después de nuestro análisis, es probable que tengas claro el motor que te conviene. A priori, si el kilometraje que realizas no es muy elevado, la gasolina suele ser la mejor solución por su refinamiento mecánico, mayor fiabilidad y menor coste de mantenimiento. Por el contrario, el diésel puede que comience a ser rentable por encima de los 25.000 kilómetros, aunque cada caso es un mundo y no hay que cerrarse en banda en ese sentido. Pero, fuera de todo esto, ¿qué preferís, diésel o gasolina?